Por: Emilio Toledo Sepúlveda
Tras 21 años, el recién pasado 28 de junio de 2021 asumió el nuevo alcalde del municipio de Villa Alegre, Pablo Fuentes, quien logró un 23,7% de las preferencias en las pasadas elecciones de mayo, imponiéndose por sobre los otros 6 candidatos con una diferencia relativamente cómoda. Es así como se da inicio a un nuevo ciclo en el municipio de nuestra comuna, proceso ante el cual la población en general se encuentra expectante, pues Fuentes viene a poner fin a las 2 décadas de la administración saliente. Es producto de estas altas expectativas que el desafío puede resultar ser más significativo de lo que aparenta ser.
De partida hay que considerar que pese a ganar tranquilamente, un 76% de los electores no optó por el proyecto de Fuentes. Esto se traduce en el desafío por lograr encantar o al menos no entrar en conflicto con grupos variados que consideraron a otro/a como la persona ideal para el puesto. Sectores variados y pequeños, pero que en suma son mayoría al fin de cuentas. Respecto a este punto, cabe aclarar que este problema de “gobernar siendo minoría” no es responsabilidad del nuevo alcalde, pues es un problema estructural/institucional de nuestro sistema electoral al no existir la segunda vuelta en elecciones municipales, cosa que al menos para quien escribe debiese cambiar si queremos fortalecer la democracia.
Vinculado con la tarea de saber dialogar con una mayoría electoral adversa, se debe tener en cuenta la misión de romper el estigma que algunas/os villalegrinos se han figurado respecto a que esta nueva administración podría terminar siendo un administración tan clientelista como la anterior, pero esta vez favoreciendo a su propio sector.
Pese a estos inconvenientes, el margen de acción es amplio para hacer un trabajo que sobresalga en comparación al realizado en los últimos años por la administración saliente. Los diagnósticos sobre las carencias de la comuna y las metas a cumplir están claros para la mayoría, tanto así que las propuestas entre candidatos eran muy similares unas de otras. En dicho sentido, el objetivo es claro y un tropezón o un desvió son fáciles de evitar si el municipio comienza a ser administrado con orden, probidad, transparencia y eficiencia, cosas que en el papel parecen sencillas, pero que a la larga no suelen serlo tanto.
Junto con lo anterior, tengamos en cuenta que el alcalde Fuentes posee mayoría en el consejo municipal. Al menos 3 de los 6 concejales electos, Cesar Vallejos, Horacio Lobos y Andrés Sáez, son abiertamente parte de su coalición política, Chile Vamos. En esa lógica, no debiesen existir grandes obstáculos a la interna del consejo para aprobar los proyectos. Esto claramente debe ir de la mano con un buen entendimiento con los funcionarios de los diferentes departamentos comunales, servicios públicos y organismos de gobierno regional y nacional.
Como última consideración, hay que preguntarse por al rol que la nueva administración pueda tener ante el proceso de redacción de nuestra Nueva Constitución. Siendo miembro de la coalición política que menos cupos logró en la Convención Constitucional, y que además se había opuesto a su realización (quien escribe se refiere a la coalición, pues desconoce la postura puntual del nuevo alcalde), cabe preguntarse entonces cuál será la posición del alcalde frente al proceso.
Puede parecer una pregunta antojadiza, pero no. Es cosa de ver los números. Mientras que Pablo Fuente logró 1.555 votos, la opción “Apruebo” obtuvo 3.796, más del doble. Son terrenos distintos, sí, pero son datos que evidencian la existencia de una mayoría que aspira a cambios profundos tanto a nivel comunal como nacional. El éxito de la nueva administración, entendiéndola como la posibilidad de proyectarse a más de un periodo, puede radicar en saber incluir a estas esperanzadas mayorías en estos movidos tiempos de “cambios de ciclo” que vivimos. Encerrarse son los suyos es atrincherarse en el 20% del “rechazo”, y ya hemos visto que no ha sido la mejor estrategia para nadie.