La distinguida dama fue una activa participante de organismos del voluntariado, de Cema Chile y de toda iniciativa que permitiera ayudar y favorecer a la comunidad. Su carácter simpático, alegre, su conversación amena y su carácter especialmente amable, la hicieron conocida y apreciada en diversos círculos.
Durante muchos años se dedicó a las labores de repostería, logrando un envidiable prestigio, con la ayuda de quien fue su estrecha colaboradora durante casi toda su vida Angélica Abarca y cuyo hijo Rodrigo, destacado y respetado profesional y vecino, fue como su hijo.
En diversas fiestas primaverales de hace sesenta o setenta años, Elsita fue participante, candidata y dama de honor. En todos los actos de su vida puso buen humor, distinción y elegancia.
Sus restos están siendo velados en su casa habitación de Artesanos y sus funerales se avisará oportunamente.
Para el investigador Jaime Gonzàlez Colville, «su muerte es como un duelo familiar y a la vez comunal, por cuanto ella fue amiga de mis padres, asidua, visitante de nuestro hogar, como también lo fue de muchas familias que la apreciaron y hoy lamentan sinceramente su partida».