Por: Yanko Morales Cancino
Cuentan los antiguos, que en sus años mozos , se juntaban en el Club Social o bien en las casas de las familias , que la chiva era de repente unas sabrosas papas cocidas con ají, o su buen chancho en piedra en alguna bodega de aquellas que hoy solo quedan en nuestros recuerdos. O bien que la cosa era para la fiesta de la primavera en donde el bailecito bien apretado y la guitarra afinada servía para compartir, conversar y otras cosas…supongo. Como sea eso nos habla de una actividad social fuerte a pesar de ser un pueblo pequeño, mucho más pequeño que ahora.
De esos encuentros pueden resultar muchas cosas, desde amores, una buena conversación, grandes amigos o hasta quizás un buen negocio o una idea que cambia el mundo. Se les conocía como reunión de amigos, tertulias y una serie de otros sustantivos.
Pero lo interesante es que todo eso se generaba desde una base que no es otra que la cultural, porque para juntarse y escuchar música y conversar de lo humano y lo divino, de lo que somos o lo que creemos y pensamos, por fuerza algo de cultura tiene que haber. ¿Pero qué le pasó a Villa Alegre en las últimas décadas que se apagó? . No me atrevo a hacer un diagnóstico, porque las posibilidades son demasiadas desde el Toque de Queda, hasta que los un poco más jóvenes nos pusimos muy fomes o se nos subieron los humos a la cabeza con eso del progreso y que también somos los jaguares de América, tan de moda hace, hace, hace… ¡Hace tanto tiempo que ya ni me acuerdo!. Sepa Dios cual es la respuesta correcta y de seguro que ninguna de las que se me vienen a la cabeza.
Pero lo bueno, es que los que formamos parte de esa etapa de “fomes”, hoy somos casi jubilados y llegaron los renuevos, con ganas de despercudir en torno a la música, el teatro o cualquier otra forma de expresión a este pueblo que de alegre, poco le queda, pero a estos cabros hay que darles las gracias, porque no se de a donde, pero vienen con ganas y hay que apoyarlos.
Tuve la suerte de ver lo que es como un hijo del movimiento liderado por el Colectivo Cultural Al Lote, en una cosa un poco improvisada pero que me hace soñar y fue bien simple: Se encontraron en la calle y a los cuatro les gusta la música. Cuento corto, inventaron una tocata en la Casona, para los que quisieran ir. Noche de verano, música y buena conversa, en lo que espero sea solo el primer brote de un despertar cultural de Villa Alegre, pueblo que tiene mucha historia, pero que necesita escribir episodios nuevos. Los autores de este capítulo, en principio cuatro: Gonzalo, Carlos, Jessica y Mayra.